Es verdad: te deseo completa,
sin ataduras fantasmales ni pasado;
te deseo desde la angustiosa ajenitud
que se agolpa y escurre entre los dedos
cuando crispo las palabras y las manos,
cuando mantengo mi cuerpo alejado de ti
y su ansiedad terrible de acercarse y tocarte.
Ruedo en los sentimientos de vidrio, de ti
el deseo deshojo en habitaciones cerradas,
caen tus hojas en mi corazón como cuchillos
y ruedan gotas de ansiedad desprendidas;
caen fantasías en los espejos cotidianos
cuando me busco en ellos y estoy ausente,
cuando ahí quiero hallarme y tu imagen sonríe:
tu plenitud lejana, tu misterio que no es mío,
desangra el deseo que me ha llegado muy tarde.
Voy a soñar contigo aunque no lo merezcas;
desnuda, vendrás a poblar mis cejas de gestos
y a llenar las noches de ausencia y reclamo;
nunca tendré una razón que te nombre
pero tu sabrás que te quiero, besadora lejana,
y que aún en la rígida frialdad de las formas,
estará latiendo tu nombre detrás de mis versos
y te haré el amor, cuando todo afuera se apague...
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