No serás nunca partidaria de mis besos
ni en los contingentes de caricias sonoras
alzarás banderas de reclamo por mi ausencia:
al obrero del silencio nadie viene a buscarlo
para enderezar distancias y martillar los sueños.
Mi faena son horas huecas y sordas
fundiendo desidias y amalmagando rosas,
negras flores de ociosidad y angustia;
nada que añores está entre en mis manos,
todo lo tienes tú, todo lo tienes, incluso
el amor escondido y de sobra a tu lado:
usurera de anhelos, no sabes cuanto te amo.
Aunque nunca vendrás por mi esfuerzo,
trabajo hasta dolerme a mi mismo y sueño,
construyo mi cuerpo para tu corazón cada día,
afilo mis fuerzas, pulo el ánimo recién hecho
para cubrirte toda si una noche cualquiera
abriera sus alas como una mariposa nocturna
y, liberando los besos, en tu pecho de niña
creciera el intenso deseo que te anhela y llama;
si tus caderas sinuosas apartaran el espacio, el aire
y, pasional en mi arena, como un océano de fuego,
cayeras sobre mi cuerpo de sal y de piedra yaciente
para fundir mi ansiedad y clausurar tus ausencias...
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