Vuelan y vienen las palabras
con su corazón palpitante
reuniendo toda la extensión
y la ternura infinita del cielo.
Caen, atraídas por las manos secas,
como meteoros huérfanos de planeta
después de atravesar el silencio
entre la obscuridad y el desaliento.
Si existe una fuerza fuerte
que ata la eternidad a los átomos,
las palabras son la misma esencia
que de infinito impregna los sentimientos.
A veces, las palabras se adelgazan
y se hacen sollozos y lágrimas,
son como la fuerza débil que se abre
y libera al dolor de su obscuro infierno.
Sin embargo, las palabras en versos,
hacen temblar a los seres más duros
con una descarga eléctrica que magnetiza
y prende, sublime, el amor en los cuerpos.
Entonces, todo cambia y todo permanece,
la apariencia muta, la forma, más no las esencias:
así van las palabras a ti desde mi alma, quieren
trascender mi mundo y eternizarse en tu tiempo...
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